martes, 21 de octubre de 2008

La Presentación

(Lc 2, 23-32)


Como lo ordenara Dios,
El Niño es llevado al templo,
Fue María quien lo presentó
Y lo consagró al Señor.

Para cumplir con el rito
Que la Ley les indicaba,
Adquirieron dos palomas
Para darlas en ofrenda.

En la puerta del gran templo
Estaba Simeón sentado,
Cuando sintió la presencia
Del Niño, tan esperado.

Tomó al Niño entre sus manos
Y dando gracias a Dios,
Lo alababa con fervor,
Pues supo que había llegado
A la tierra el Salvador.

SERGIO AMAYA S.
Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

Niño Jesús

Gloria a Dios, que siendo grande,
Envió a la tierra a este Niño,
Trayendo paz y alegría,
Tan suaves como el armiño.

Los ángeles lo alabaron,
Los pastores, asombrados,
Todos juntos le cantaron
Gloria a Dios, ya ha llegado.

Que nacería de una Virgen,
Lo dijo el profeta un día,
Que nacerá en un pueblito
Pequeño, como Belén.

Ya los reyes van llegando
Para adorar al Mesías,
Que desde tiempos antiguos
El Señor ha revelado.

Gloria a Dios, bendito sea,
Pues este Niño Jesús
Nos lavará con Su Sangre,
Nos redimirá en Su Cruz.


SERGIO AMAYA S.
Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

Mi yugo

(Mt 11, 25-30)

En esos tiempos, Jesús
Dijo para sus oyentes:
Lo que el Padre reveló
Lo hizo a los menos sapientes.

Padre Santo, en tu sapiencia
Pusiste en mis manos todo
Lo que tengo en mi presencia,
Para cuidarlo a mi modo.

Después, Jesús, invitaste
Al que se sienta agobiado,
Que recargue en ti su carga
Y se sienta liberado.


Tú mismo nos invitaste
A dejar en ti las penas,
Para encontrar el alivio
Con paciencia y humildad.

Cuando a ti nos acerquemos
De manera humilde y sana,
Veremos que el yugo es bueno
Y tu carga muy liviana.

Sergio Amaya S.
Sep 26/2003
Acapulco, Gro.

Sal y Luz

Vosotros sois como la sal,
Eso fue lo que dijiste
Y vaya que hacemos mal,
Porque al perder el sabor,
Nuestro Padre, allá en el Cielo,
Nos negará su sabor.

Que somos la Luz del mundo,
Lo dijiste con ardor,
Pues no se enciende una vela
Y se esconde en un cajón,
Debemos ser la candela
Que ilumine alrededor.

Si hacemos las obras buenas,
De las que agradan al Padre,
Seremos como sal buena
Y en lámpara convertidos,
Glorifiquemos al Padre.

Sergio Amaya S.
Sep 26/2003
Acapulco, Gro.

El Misterio

Estaba el Señor hablando
Con los doce, muy ufanos,
Les hablaba de las cosas
que el Padre le encomendó.

Muy pronto habré de morir
Pero luego de tres días,
Lo dijo para su asombro,
Vos me volveréis a ver.

Pedro, Juan y los demás
De su asombro no salían,
Pues a su corto entender,
Sus palabras no entendían.

Luego pasaron los meses
Y en Pascua tan señalada,
Después del largo Calvario
La Verdad fue revelada.

Efectivamente, un viernes
Fue cuando el Señor murió,
Pero tal como ofreció,
Solo por Amor del Padre,
El Señor Resucitó.

Sergio Amaya S.
Sept. 26/2003
Acapulco, Gro.

viernes, 17 de octubre de 2008

Virgen del Tepeyac

Madre de Dios, Madre nuestra,
Que pides por nos en vida,
Te amo con amor fuerte,
Pues eres Madre de muestra
Y pides hasta en mi muerte.

Santa María, Virgen fiel,
Que le ofreciste a tu Hijo
Velar por su Iglesia entera;
“esta es tu Madre”, eso dijo
y te llevó hasta su vera.

Virgencita milagrosa
Que al Tepeyac escogiste
Para sembrarlo de amor, bella rosa,
Hoy nos recibes gozosa
Con el amor que nos diste.


SERGIO AMAYA S.
Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

Los caminantes

Iban solos, iban tristes,
Comentaban sin parar
El deceso del Mesías
Que acababa de pasar.

Se les unió un caminante
Y se puso a platicar:
¿de qué comentan ustedes?
Que me quiero yo enterar.

De donde vienes, amigo,
Si no has caído en la cuenta
Que en Jerusalén ha muerto
Quien nos venía a liberar.

Emaús estaba cerca,
Y el solitario viajero
Se disponía a continuar;
Los dos piadosos judíos
Lo invitaron a pasar.

Cuando la cena sirvieron
El huésped se puso a orar,
Bendijo y partió el pan,
Y entonces se dieron cuenta
Que el Resucitado estaba
Repartiéndoles el pan.

Cuanta felicidad,
Cuanta dicha,
No se cansan de alabar,
Pues Jesús Resucitado
Los abraza sin cesar.



SERGIO AMAYA S.

Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

Por la fe

Cuando a Ti acudió el romano
A pedir por su sirviente,
Tú le repusiste ardiente
Vamos prestos a servirte.

Pero el centurión, humilde,
Expresó su indignidad
De recibirte en su casa,
Pero una Palabra Tuya
Bastaría para sanar.

Dicen que en esos momentos,
El abatido sirviente
Recuperó la salud
Y te adoró para siempre.

Dame, mi tierno Jesús,
Un poco de fe de aquél,
Que sin ser digno de ti,
Halló por su fe Tu Luz.


SERGIO AMAYA S.

Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

Llena de gracia

Llena de gracia eres tú,
El ángel la saludó,
No temas, María, le dijo
Y la niña lo escuchó.

Has hallado gracia en Dios
Y pronto tendrás un hijo
Al que llamarás Jesús.

Ignoro cómo lo sea,
Pues hombre no conozco yo,
La doncella respondió.

No te inquietes, fiel doncella,
Que del Espíritu Santo,
Su sombra te cubrirá.

María, dijo humildemente,
Pensando en Su Majestad,
Si esclava soy de mi Dios,
Hágase su voluntad.

Ángeles canten en coro,
Porque el Niño ya nació.
Gloria cantemos a Dios
Y adoremos todos juntos
Al enviado de Su Amor.

Sergio Amaya S.
Septiembre 17/2003
Acapulco, Gro.

La Luz de Jesús

Cuanto tiempo yo pasé
viviendo en la oscuridad,
pensando que me alumbraba
la vela de mi entender.

Pero qué hermosa sorpresa
me llevé al comprender,
que Jesús iluminaba
con su Luz mi caminar.

Ahora me siento dichoso
de la mano de Jesús,
caminando voy seguro,
vivo guiado por Su Luz.

Vengan hermanos, les pido,
sigamos la Luz bendita
que nos conduce hacia el Padre
de la mano de Jesús.

Que la vela de tu fe
se encuentre bien encendida,
pues Él ofreció volver
y esa luz nos lo hará ver.

Recuerda siempre a María,
con ella nos encargó.
sigamos bien el consejo:
“Hagan lo que Él les diga”

Y si acaso en tu conciencia
aún no anida la fe,
no tardes, hermano amado,
en recurrir a José.

Por esa fe que José
le demostró al Creador,
es que ahora poseemos
el amor del Redentor.

Cristo Jesús, gran Hermano,
tu guía queremos seguir,
amando siempre al hermano,
como Tú me amas a mi.

SERGIO AMAYA S.
Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

Platicando con Jesús

Señor Jesús,
Sé muy bien que Tú me amas,
Pero quisiera ofrecerte
Este amor que yo te tengo
Y sentir que Tú me llamas.

Tal vez es mucho pedirte,
Pero Tú nos ofreciste
Estar siempre a nuestro lado,
Por eso yo solo pido
Amarte como pediste.

Que amara yo a mis hermanos,
Perdonándoles sus deudas;
Ese mandato nos diste,
Y con tu preciosa Sangre,
Pagaste Tú mis ofensas.

Quizá te pida en exceso,
Mi Cristo Jesús bendito,
Pero yo quisiera amarte,
Aunque sea solo un poquito
De lo que me amas Tú.

Si para llegar al Padre
Yo requiero de tu guía,
Ilumíname Jesús
Para seguirte este día

Y cuando al fin llegue el día
De postrarnos ante el Padre,
Estoy seguro también
Que entonces veré a tu Madre.

Virgen María, dulce Madre,
Si de tu mano he llegado
A encontrarme con Jesús,
De la mano de tu Hijo
También he llegado al Padre.

SERGIO AMAYA S.
Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.