viernes, 17 de octubre de 2008

Por la fe

Cuando a Ti acudió el romano
A pedir por su sirviente,
Tú le repusiste ardiente
Vamos prestos a servirte.

Pero el centurión, humilde,
Expresó su indignidad
De recibirte en su casa,
Pero una Palabra Tuya
Bastaría para sanar.

Dicen que en esos momentos,
El abatido sirviente
Recuperó la salud
Y te adoró para siempre.

Dame, mi tierno Jesús,
Un poco de fe de aquél,
Que sin ser digno de ti,
Halló por su fe Tu Luz.


SERGIO AMAYA S.

Septiembre de 2003.
Acapulco, Gro.

No hay comentarios.: