viernes, 23 de enero de 2009

RESEÑA DE LA SEMANA SANTA

DOMINGO DE RAMOS
En la Pasión del Señor


ENTRADA TRIUNFAL DE CRISTO EN JERUSALÉN

El Domingo de Ramos y el sentido del Domingo Cristiano:

El Domingo de Ramos fundamentalmente es un Domingo. Como todos los Domingos del Año, celebra el hecho de la Resurrección del Señor, su victoria. Las características propias de este Domingo pueden ayudar a descubrir el sentido que tiene siempre el Domingo que celebramos los cristianos. En particular la procesión, es como una aclamación ante la victoria del Señor, cosa que celebramos también cada Domingo. La narración de la Pasión subraya el aspecto de que la victoria de Cristo se obtiene a través del sufrimiento y la muerte. Las palmas y los ramos --signos populares de victoria-- manifiestan que la muerte en la cruz es camino de victoria, y victoria ella misma, por cuanto esta muerte destruyó la muerte.

La celebración de hoy, pues, resume la dinámica del Misterio Pascual de Cristo, que es también el contenido de nuestra celebración dominical.

LUNES, MARTES Y MIÉRCOLES SANTOS.
EL COMPLOT CONTRA EN SIERVO DEL SEÑOR.


La humanidad, alejada de Dios por el pecado y el sufrimiento, nos da la posibilidad de entender de Cristo Nuestro Salvador, que reconcilia a los hombres con su Padre. A los bautizados nos ofrece el Sacramento de la Reconciliación. Sólo el pecado mortal exigiría una nueva confesión antes de comulgar. Aprovechemos estos días para prepararnos a participar todos en la comunión del Jueves, del Viernes y de la Vigilia Pascual.

MAÑANA DEL MARTES SANTO.
PREPARACIÓN SACRAMENTAL DE LA VIGILIA PASCUAL.


Como prolongación de la primitiva celebración de la Vigilia Pascual, se establecieron los ritos de la Pasión el Viernes Santo, y luego, nuestro actual Jueves Santo se reservó a los preparativos de la Vigilia Pascual: Reconciliación de los Penitentes y Renovación de los Santos Óleos para los bautismos, muy numerosos entonces.
El señor Arzobispo ha determinado adelantar la MISA CRISMAL a la mañana del Martes Santo, para dar mayor facilidad a todos los Sacerdotes y Diáconos de la Arquidiócesis, de asistir a esta ceremonia y dar juntos testimonio de unidad, realizando el anhelo que el Señor Expresó en su oración: “Padre, que sean Uno como Tú y Yo somos Uno” (Jn. 17:21).

EN LA CATEDRAL


MISA CRISMAL, concelebrada por el Sr. Arzobispo y su Presbiterio, en la cual los Sacerdotes harán la Renovación Solemne de sus promesas sacerdotales. Después serán bendecidos el Óleo de los Catecúmenos, el Óleo de los Enfermos y el Crisma, y los representantes de todas las Parroquias los llevarán a sus respectivas Comunidades.

TRIDUO PASCUAL
Introducción al Triduo Pascual


El Triduo Pascual está formado por el Viernes, Sábado y Domingo de Pascua, o sea: los tres días de la muerte, sepultura y resurrección del Señor (S. Agustín: “sacratissimum tridium crucifixi, sepulti et ressuscitati”, Epíst. 55,14). Estos tres días forman el Gran Día, centro de todo el Año Cristiano.

Por tanto, en rigor el Jueves Santo no pertenecería a ese Triduo. Es más bien el último día de la Cuaresma; por eso, en la Liturgia de las Horas, no se distingue nada de las ferias cuaresmales, hasta la tarde.

Pero la Eucaristía vespertina del Jueves, que ocupa la hora de las primeras Vísperas de ese Triduo Pascual, es como su introducción, y por eso también se considera como formando unidad con los otros tres días.

LA PASCUA DE CRISTO
Jueves Santo por la tarde


SACRAMENTO DEL SERVICIO Y DE LA CARIDAD
La Eucaristía, memorial de la Muerte.


Las lecturas del Jueves Santo nos sitúan en el camino mejor para entender el sentido que tiene para los cristianos la Eucaristía, y en general, la celebración de este día. La Eucaristía es el Sacramento, el memorial de lo que celebramos en el Triduo Pascual: la Muerte y Resurrección del Señor. Es como una profecía de la Pascua, su celebración sacramental. Y a la vez, es el centro de la Iglesia, “la Comunidad Eucarística” por excelencia.

Los judíos celebraban (y celebran) en su cena pascual, el gran acontecimiento del Éxodo: el que los constituyó como pueblo y les hizo experimentar la salvación de Dios. Y en su celebración actualizan y participan de esa misma salvación (Primera Lectura, Éxodo 12).

Los cristianos hemos recibido el encargo de celebrar también un sacramento: la Eucaristía, como memorial de un nuevo Éxodo: el Paso de Cristo a través de la muerte a la nueva vida. En ese sacramento actualizamos y participamos de todo lo que significa el Sacrificio Pascual de Cristo en la Cruz: mi cuerpo entregado por.... mi sangre derramada por.... (segunda Lectura 1 Cor. 11)
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La Eucaristía del Jueves tiene, pues, una relación muy clara con la Muerte y Resurrección del Señor. Introduce una celebración que culminará en la solemne Eucaristía de la Vigilia, la principal de todo el año. Con la Santa Misa, memorial de la Cena del Señor, comienza a celebrarse el Triduo Pascual.

MISA SOLEMNE DE LA CENA DEL SEÑOR


“La noche última de su vida, celebró Jesús un banquete con sus Discípulos.... Jesús deseó este momento. Es su última cena antes del eterno festín de bodas en el Reino de Dios. “Con ardiente anhelo he deseado comer esta Pascua con vosotros antes de padecer, porque os digo que ya no la voy a comer más, hasta que se cumpla en el Reino de Dios” (Lc. 22:15,16)” N.C.H.

Lavatorio de los pies.


El sentido de esta ceremonia es una expresa indicación del humilde servicio por el que ha de venir el reino de Dios (Jn. 13:12,17). Así, esta comida Pascual no significa sólo que el reino de Dios ha de venir con Gloria, sino también en qué se ha de fundar: en la servidumbre. N.C.H. Adoración y Alabanzas al Santísimo Sacramento.

VIERNES SANTO
PRIMER DÍA DEL TRIDUO PASCUAL

SENTIDO DEL DÍA
La Cruz y la Muerte


Hoy empezamos, propiamente, la celebración de la Pascua. Pascua significa “paso”, el tránsito de Jesús a través de la muerte a la Nueva Vida.

Hoy es el primer día de este paso: “Pascha Crucifixionis”, como le llamaban los Padres. No es correcto quedarse sólo en el aspecto de la muerte, --como hacen algunas formas populares de la Semana Santa--, ni tampoco lo es celebrar sólo la Resurrección, olvidando el paso por la muerte. Los dos aspectos se celebran como una gran unidad: la memoria de la Muerte, hoy, está ya preñada de esperanza y victoria, mientras que la vigilia de mañana no sólo recordará la Resurrección, sino todo el dinamismo del paso de la muerte a la vida: “Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado”, dirá el prefacio pascual.

Este día está centrado todo él en la Cruz del Señor.

Pero no con aire de tristeza, sino de celebración: la comunidad cristiana proclama la Pasión del Señor y adora su Cruz como el primer acto del Misterio Pascual. El color es rojo, color de mártires, no el morado, (la Cuaresma terminó ayer). Recordando pedagógicamente que no estamos en unas exequias, ni guardando luto. Cristo Jesús, como Santo Sacerdote en nombre de toda la humanidad, se ha entregado voluntariamente a la muerte - el primer mártir - para salvar a todos. Estamos ya en el Triduo Pascual, y pasaremos del rojo del Viernes, al blanco de la Vigilia.

SÁBADO SANTO
SEGUNDO DÍA DEL TRIDUO PASCUAL


El Sábado Santo es día de silencio.

Silencio de Dios. Silencio de la Iglesia. El órgano no suena, ni tampoco las campanas. La austeridad es tónica: el Altar sin flores ni manteles, el Sagrario vacío...... Un silencio no vacío, sino lleno de sentido.

El silencio se extiende a los sacramentos. La Iglesia, por una antiquísima tradición, no celebra hoy, como tampoco ayer, la Eucaristía ni los Sacramentos. Aunque hoy no es obligatorio observar el ayuno pascual, es conveniente hacerlo, prolongando el de ayer, como sugiere el Concilio en su Constitución de Liturgia (SC 110). Se trata de un ayuno que podemos llamar cúltico, litúrgico, más que moral. Un ayuno que se romperá en la Noche Santa, pasando así con el Señor de la tristeza al gozo.

Lo propio en este día es que la comunidad cristiana ore y medite. El dolor de Cristo es dolor también de la Iglesia y de la humanidad, Jesús en el sepulcro es el símbolo mejor de Mesías, que ha tomado sobre sí el dolor, la muerte y el silencio de todos los hombres de todos los tiempos. Si el grano de trigo no muere....

Pero no es dolor esperanzado, ya asimilado. Las antífonas de la Liturgia de las Horas, respiran hoy confianza y seguridad; “dormiré y descansaré en paz”, “mi carne descansa serena”, “líbrame, Señor, de las puertas del abismo”, “espero gozar de la dicha del Señor en el país de la vida”, “oh, muerte, yo seré tu muerte”...

DOMINGO DE PASCUA
TERCER DÍA DEL TRIDUO PASCUAL

Primer día de la Cincuentena Pascual


LA VIGILIA PASCUAL
SENTIDO DE LA CELEBRACIÓN:

La Noche del Año


La Celebración de la Vigilia Pascual, a pesar de ser la más importante del año, no es popular.

Largos siglos de alejamiento hacen que sólo muy poco a poco se vaya mentalizando la comunidad cristiana en la centralidad de esta noche. “Según una antiquísima tradición, ésta es una noche en vela en honor del Señor (Ex. 12,42). Los fieles, tal como lo recomienda el Evangelio (Lc, 12:36,326), deben asemejarse a los criados que, con las lámparas encendidas en sus manos, esperan el retorno de su Señor, para que cuando llegue les encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa”.

La Pascua del Señor, nuestra Pascua:

Todos estos elementos especiales de la Vigilia, quieren resaltar el contenido fundamental de la noche: la Pascua del Señor, su Paso de la Muerte a la Vida. La oración del presidente, al inicio de las lecturas del N.T., invoca a Dios que, “ilumina esta noche santa con la Gloria de la Resurrección del Señor”. En esta noche, con más razón que en ningún otro momento, la Iglesia alaba a Dios, porque Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado” (prefacio Y de Pascua).

Pero la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua: “...en la muerte de Cristo, nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado todos” (prefacio II de Pascua). La comunidad cristiana se siente integrada, “contemporánea” del Paso de Cristo a través de la muerte a la vida. Ella misma renace y se goza en la “nueva vida que nace de estos Sacramentos Pascuales” (oración sobre las ofrendas de la Vigilia): por el Bautismo se sumerge con Cristo en su Pascua; por la Confirmación recibe también ella el Espíritu de la vida, y en la Eucaristía participa del Cuerpo y la Sangre de Cristo, como memorial de su muerte y resurrección. Los textos, lecturas, oraciones, cantos, todo apunta a esa gozosa experiencia de la Iglesia unida a su Señor; centrada en los sacramentos personales. Esta es la clave mejor para la espiritualidad cristiana, que debe centrarse, más que en la contemplación de los dolores de Jesús (la espiritualidad del Viernes Santo es la más fácil de asimilar), en la comunión del Resucitado de entre los muertos.

Cristo Resucitado, ha vencido a la muerte. Este es en verdad el día que hizo el Señor. El fundamento de nuestra fe. La experiencia decisiva que la Iglesia, como Esposa unida al Esposo, recuerda y vive cada año, renovando su comunión con El, en la Palabra y en los Sacramentos de esta noche.

El sentido de la celebración del Triduo Pascual, es resaltar el paso de Cristo de la muerte a la resurrección. Estos tres días representan el centro mismo de nuestra fe. “Cristo resucitó de entre los muertos, siendo el primero y primicia de los que se durmieron. Un hombre trajo la muerte, y un hombre también trae la resurrección de los muertos. (1 Cor. 15:20,21)

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